Recordo un altre article d’Antonio Muñoz Molina, un dels pocs escriptors espanyols que ha mostrat una actitud lúcida, intel·ligent, sobre la situació actual de l’educació. Muñoz Molina l’entén i, per tant, es fa ressò de la perplexitat que moltes persones que es consideren d’esquerres comparteixen en observar amb quina estupidesa suïcida gestionen la política educativa els partits autodenominats «progressistes». L’article en qüestió aparegué a EL PAÍS1 el 26 de març de 2013 i es titulava «Defensores de la ignorancia». Comença dient:
“En España algo que nunca ha faltado son los defensores de la ignorancia. Tradicionalmente, solían pertenecer a los gremios más reaccionarios, y por lo tanto más interesados en la sumisión analfabeta de las mayorías. Nada como la ignorancia para asegurar la fe en los milagros y la reverencia hacia los terratenientes, y para asegurarles a estos las masas de jornaleros dispuestos a trabajar a cambio de salarios de limosna en sus latifundios, y en caso necesario a dejarse poner uniformes y a servir de carne de cañón en las guerras, marcando el paso en los desfiles ante el Santísimo y la bandera a los sones de un pasodoble patriótico. Predicadores de los catecismos socialistas utópicos del siglo XIX alentaban con una misma elocuencia las cooperativas obreras y la instrucción pública, y las primeras mujeres rebeldes que reclamaban la igualdad con valentía inaudita celebraban el aprendizaje y el conocimiento como herramientas necesarias para conseguirla.”
Fins aquí, cap sorpresa. Com tampoc sorprèn que les propostes per a la política educativa pública que provenen d’entitats com l’OCDE vagin en aquesta línia. Mantenir en la ignorància més pregona les classes populars sempre ha funcionat. La sorpresa salta en veure amb quina ceguesa apocalíptica ha adoptat el mateix criteri l’esquerra europea, embolcallant el discurs educatiu més reaccionari amb una retòrica pretesament igualitarista basada en teories pedagògiques pseudocientífiques que no solament presenten un nivell epistemològic inferior al de l’astrologia -que, sí més no era coherent i tenia una fonamentació metafísica-, sinó que són radicalment i oberta falses. Muñoz Molina ho diu amb precisió:
“Una de las sorpresas más desagradables de la democracia fue que la izquierda abandonara su viejo fervor por la instrucción pública para sumarse a la derecha en la celebración de la ignorancia. Y así se ha dado la paradoja de que al mismo tiempo que se cumplía el sueño de la escolarización universal triunfaba una sorda conspiración para volverla inoperante. La izquierda política y sindical decidió, misteriosamente, que la ignorancia era liberadora y el conocimiento, cuando menos, sospechoso, incluso reaccionario, hasta franquista. En otra época los argumentos contra el saber oscilaban entre un amor roussoniano por el niño como buen salvaje y una afición maoísta por convertir la mente en una pizarra en blanco en la que se inscribirían con más facilidad las consignas políticas.”
Tampoc s’escapa a la seva observació la ximpleria idolatra de la “revolució tecnològica” en educació que sembla ser el fonament “teòric” del desballestament de l’educació pública, inclòs el mantra del descrèdit de la memòria, la renovació perpetua, «l’aprendre a aprendre», l’esperit «crític»....:
Ahora, como no podía ser menos, los celebradores del analfabetismo feliz echan mano de las nuevas tecnologías: ¿Quién necesita aprender nada, si todo el conocimiento está fácilmente, risueñamente disponible, con solo teclear en un teléfono móvil? Gracias a Internet, ejercitar y alimentar la memoria es una tarea tan obsoleta como aprender a cazar con arcos y flechas. Lo que hace falta no es embutir en los cerebros infantiles o juveniles “contenidos” que en muy poco tiempo se quedarán anticuados, y a los que en cualquier caso se puede acceder sin ninguna dificultad, sino alentar “actitudes”, otra palabra fetiche en esa lengua de brujos. Que el niño no aprenda, sino que aprenda a aprender, repiten, que desarrolle su creatividad, espíritu crítico, a ser posible transversalmente, etcétera.”
1. No sé si ara li el publicarien. Aquest diari es distingeix com un dels portaveus més abrandats de l’estultícia pedagogista.
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